Amaneciendo

Amaneciendo
Luz del interior/Foto de Internet

jueves, 20 de septiembre de 2007

AMANECE poemas de amor

AMANECE





“YA ERES MÍA, REPOSA CON TU SUEÑO EN MI SUEÑO
Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora.
Gira la noche sobre sus invisibles ruedas
y junto a mí eres pura como el ámbar dormido”

( P. Neruda )


















Proemio








Blandiendo luces de frente. Llegas.
Apenas odaliscas mareadas, embriagadas de vendimia vana...
Buscando en las olas tiempo para acercarme a ti, llanamente,
y atravesar el límite,
porque estás en el camino férreamente desnuda.

Canción de cuna, lucero firme.

Desnuda de tarde y tarde.
Con las raíces enrevesadas de seno, con las raíces atadas de brazos:
ENTREGADA,
como ahora,
en la cadena del pecho de la otra ventanilla.



















Canto primero








Veo distanciarse el rocío de una mañana mutilada
de mejillas entre colmenas melifluas que zumban
en el tímpano sordo de los árboles.

Es un jueves cualquiera de rayos tímidos y pestañas
soñolientas que amanece lleno de prejuicios azules,
preso en las piscinas azules y los miradores solitarios.

La vigilia me ha saludado con pájaros de plata
que coronan con su garganta el cócktail armónico
y apacible de una ensenada estática, sin prisas por llegar.

Algo de esta calma está desnudando mi sueño de marejadas
y modistas. Aunque en el horizonte, cielo y mar se confunden,
nunca vi tan clara la escalada de la distancia, y parece
que mayo se ha estancado en un remanso de paz.
















Canto segundo








Suspendido en una nave de luciérnagas descansa
mi sueño, tejido de carrizo y anea. Resbala en los tejados
una lluvia de alas y se eleva plácida mi alma serena, recién
encontrada en el florero de ojos de una ventana.

Soñaré con tu vientre de porcelana y los pechos apretados
en la niebla clara.
La noche es más limpia, la noche es más noble,
la noche es más linda, vestida de orugas y hormigas...
Dejemos que se abran horizontes bajo el cielo
encendido por el recital lírico de las estrellas.

Se dilatan las pupilas de mi alma como el delta,
que rendido ante las grandezas del mar, le entrega sus aluviones.
Ahora la sombra nos ama y, en la orilla de la laguna,
la lengua de los anfibios juega con nubes de insectos
a hacer burbujas...

En el seno de la noche, un espejo de arpegios pone
a los grillos en danza...












Canto tercero








Abstraídos en el inconsciente regazo de la hoja blanca,
calla la palabra que une nuestros cuerpos blancos.
Instantes de la noche que sueña y el viento mudo que
galopa extensiones despejadas buscando un olmo
donde plantar la luna.
Ahora que nuestras almas descansan chirimiri de montañas
y húmedas batallas,
ahora camina como nunca lo hizo...
DESNUDO.

Acompañan a las murallas de piedra una yedra
que seduce; cerca del agua una rana que croa;
algo festivo tiene esta noche de encuentros.
Siento el canto de las sirenas, irresistible.

Ahora que la niña se peina su trenza larga y amarilla,
sentada en la turbina que despierta pantanos.

Las esferas de mis ojos lentamente se encuentran,
sin excusas, en la monótona plaza de una noche
pintada de azafrán.










Canto cuarto








Esponjas y palmeras en el pedestal de corcho,
como ojos sólo, sin tics ni bululú...
Alas, hijos, astros, hojas...
Este silencio que nos encuentra de nuevo.
Este apretar de cráneos sin cautela.
Esta sumisión de nuestros deseos al sueño de la nada,
cuando todo son silencios de esperma cosquilleando
en el “hall” de la lechuza...
Volvemos a la infancia que nos raptaron
los jilgueros y las higueras,
cuando jugábamos a ser gorriones que asaltaban
graneros, y todo que podíamos alcanzar
era el rastro de una luna juguetona.


Volvamos...

Volvemos a encontrarnos bajo esa cortina de parras
y tenemos los brazos llenos de golondrinas, coloradas,
blancas, grises, azules, extranjeras, tropicales...
redentoras.

Momentáneamente se escurre mi sueño como un pez
entre las aguas...








Canto quinto








Inundado de este sueño tierno, sosegado el silencio,
el tiempo parado y embelesado en el espejo,
el suspiro verde eleva su savia nieve.
Estáticos los faroles. Estática la brisa. Sueño que amanece.

Las flores y los versos despiertan en mi alma
y las mansiones de mi cielo se rinden a las alfombras
de arena que pisa el piélago de una guitarra mística,
en su delirio de liras.
Los dondiegos contemplan entre tules de luna
al tálamo que acoge el éxtasis de quienes se encuentran
desnudos en el atrio de la gloria.

Se escancian copas de cava por los senderos del espacio nocturno.

La noche nace más libre.

Sigue el balanceo lento de las olas serenando mi alma de tintineos
y campanillas.













Canto sexto








Te he descubierto, noche sola, tímida,
sensata y juguetona, de azules escarlatas,
grises, dorados, acerosos y marinos,
de enarcadas bombillas.
En los porches de mi cándida entrega,
los panales dormidos derraman cera
y resina.
AHORA que amanece, noche tenue,
noche pura, se disuelven los fantasmas.
Queda en mi corazón de niño un rosario
de recuerdos y mis ilusiones se apoyan
en el peciolo del amor, porque ahora
todo es CERCA.
PALPABLE
CLARO.

Presente de lunares, cascabeles, luceros y sonajas.
La niña recoge conchas por la playa y se oye
el croar de la rana.

AMANECE.












Canto séptimo








De tu mano siento el paso firme YA
AHORA
SIEMPRE
¡ESTA NOCHE!
¡ Que no pase !
Ha de llegar el día. Pero antes hemos de vivir
la noche de cerezas y delfines.
En la media luz donde ahora es todo claro.
Palabras y gotas de arena.
Luna desnuda de nuestras almas- niebla.
Media luna, mujer a medias, ahora llena.
De tu mano siento el curso del río llano,
detenido en la dehesa del cáliz azul,
verde, rojo, marrón, amarillo...

Amanece una columna de espigas en la noche de orugas.
















Canto octavo








Amanece mi alma a los silencios diáfanos
que circundan tu cielo límpido de naranjos,
zafiros, gelatinas y granadas.
Nace a la madre, al niño, a la casa, al jardín,
al parque y a la ciudad.
Noche algodonada -en cualquier caso-
acaricia mi barba asediada de caracolas
pelirrojas, pelitersas y aun domadas.

¡ No creas que me he ido !

Escucho tu fluido soliloquio de planetas,
constelaciones, océanos y tranvías.

Eres VERDAD la noche que me abriga.
TODO
AHORA
SIEMPRE
AMOR

Es hora de seguir el viaje.











Canto noveno








Vuelvo al camino.
La noche es vida, vida plena donde reside
la esencia íntima del día. Dentro están la
estrella, la luna, el búho, el grillo, la rana
y el paraíso de la niña.
Dentro.
Siempre junto a la reja, al calor del emparrado,
sintiendo ese sueño sin cuerpo que me abrasa.
Toda la noche eterna ahora cortejándote,
conquistándote, seduciéndote: verde, blanca,
azul, amarillo... Como el bochorno de enfrente.
La luna me ha conquistado todo: arriba, abajo,
afuera,
adentro,
siempre, nunca...
AHORA.
Ahora que mi alma nace.
Ahora que la luna crece. Ya jamás será tarde.
Siempre ahora amenaza.
Bisbiseo.

Lo demás es capricho y obsesión, sílabas
de entreceja al son de la música nocturna,
archipiélagos en esta fiesta de toboganes y verbenas.

Ahora abarca todo la sombra sutil del imponderable
volumen de las medusas sirocas.





Canto décimo








Nubes de alamedas adormecidas bajo la red
de lunas flotantes en los límites inmediatos
del sueño.
Yo sé que tu sonrisa es la música callada
que me acaricia, ahora que los juncos suaves
hormiguean mi piel, abarrotada con los lunares
de tus besos, aterciopelados, espumosos, esotéricos,
marinos, musgosos y frescos.
De noche es más ardiente el silencio, es más profundo
el diálogo, es más directo el juego de la brisa y los árboles.
Seguramente tu mirada de escaparates y pasarelas
hizo de mis retinas la diana receptiva de su deseo
submarino. Y por eso los rayos luminosos
del día, coloreado de verano, playas, atardeceres,
ojos y primavera, me trasladan a la noche,
paraíso de cataratas y de íntimos caleidoscopios,
a esa noche despierta de realidades, a esa noche
con la que no puede el tiempo, el sueño, el mito,
ni la ciencia.
Porque es toda alma abierta, florida, enamorada, celeste, encarnada...

Sé que en tu sonrisa se abre el corazón de las magnolias blancas.










Canto décimo primero








Y siento un techo de manos que nos acerca
al microcosmos de estrellas derramadas
entre pestañas.
Es verde la sombra del presente que nos llama...
¡ verde !
Un rugido de estatuas enreda la melena de plata,
y la epidermis verde de la rana, dilucida la penumbra clara.
La noche se duerme, se sueña...
La noche no pasa, y en el pecho desnudo, en vela, una hebra
despeinada pone con ternura su cabeza.

Una lluvia de hilos va descosiendo su entraña.




















Canto décimo segundo








AMANECE
Amanece en mi alma la guitarra callada.
El peso latente de la palabra rompe
la rama de la madrugada. Aún queda
algo de noche en el cuerpo de esmeralda,
aire inconsciente que llama al cristal
de la ventana, ramillete de golondrinas
enredado de recuerdos y nostalgia.

AMANECE.
La luz que reina no puede con mi sueño
de grillos y luna. El vaivén de la goleta
es un duermevelas, y el cielo parece
recoger su tinta de calamares.
La marejada de anoche no eleva ancla
en tu mirar candente.
Todavía centellean los fuegos artificiales.
La mañana tienta al oleaje, los olivos
y la muralla.

Son extensos rastrojos de plátano descolorido,
con pétalos en la sangre. Calor de álamos viejos
y envejecidas alas sin volar.
Tú dejaste las curvas sonoras en las encinas
de mi pueblo.
Tú sembraste en las cálidas llanuras de mi alma
los misterios de este sueño que ahora germina.
Creo que los arcos de nuestro puente
nos llevan a un jardín de rododendros.



Canto décimo tercero








Amanece la noche sin miedo al dolor
de los cristales rotos de la luna.
Amanecen los chopos, riachuelos, abejas y panteras.
Estiran sus alas las aves que adormecidas
parecían desmayadas por pálidas...
Es la vida con las notas de átomos flotando
en el vuelo planeado, circular, tenso y lento
de momentos con pulso opaco.
Noche de mi alma, que despierta al calor
de las olas amarillas.
Noche de mi alma, que se entrega al placer
sigiloso de la entresombra.
Noche tranquila, ¡ yo temía tu despertar !
Mas ahora te siento enamorada ofreciéndome
la manzana de la luna llena, y mi corazón
canta el frenesí de este lago manso,
manso lago que me absorbe
como el imán de sus ojos.

La noche es un collar de diamantes
donde cada estrella piruetea con el rejón de su luz.












Canto décimo cuarto








Cae la noche almendrada desprovista de yugos y tenazas.
Canta la nena su nana.
Noche clara, noche limpia, noche despejada ...
Ahora tu fondo se alcanza en la mirada.
¡ Qué cerca y tangible la rosa de tu almohada !
En la terraza, al cobijo de una penumbra de nogales,
los verdes oscuros apagan su acerbo tacto.
Hoy es todo dócil, sereno, suave. Un silencio de uvas
fermenta alrededor de mayo sorprendente.

La terraza es una burbuja de grillos con risa,
y la nana de la nena place a las estrellas de su cuna.

Mayo apacible, flores cortejando a la enredadera
y los emparrados de seda en el patio de la primavera.

El aroma profundo de tu entraña ha seducido al alma del poeta.















Canto décimo quinto








Nieva en la retina de esta noche de avellanos y olivos.
La luna crece entre chopos y besos. El grillo marcha
con sus versos. La rana reta a una estrella entre las ramas,
y en el emparrado verde de la penumbra zumba mil ecos
un emjambre de medallas.

En la cuna de la niña hay canas de luna.
AHORA es TODO PRESENTE,
mañana no importa.
Tú eres mujer, carne de mi carne:
CAMINO
CIELO
MUSA
SUEÑO


















Canto décimo sexto








Parpadea la marea dócil de los sonoro moluscos de caparazón bruñido.
Parpadean haces de centellas en la penumbra débil de la terraza etérea,
aislante, íntima, honda, alta y verde.
Parpadea el fuego relampagueante de este día de pájaros cucos
y croar de ranas.

Habernos perdido en la profundidad de la distancia, del tiempo, del sueño,
y quedarnos perplejos en la playa, sin que el viento borre el paisaje
de tu alma.
Eternamente juntos al despuntar del alba.
Poner freno para que la rueda lleve el paso lento. Detenerme junto al portal de tu casa, para intimar con los jazmines de tu patio, y permanecer siempre flotando en el carmín de tus labios.

Recorrer senderos serpenteantes para llegar más tarde a la estación del día,
repitiendo en la vuelta del camino círculos tras círculos.

¡ Qué grande la dicha de esta noche
que nos cautiva desde su mirador !










Canto décimo séptimo








Esta noche descubro que la arcilla de nuestras manos
tiene precio de oro, que los ojos que nos delatan son
claros, tenues, dulces, níveos; que son los ojos agua,
fuego, viento, aire y cantidad de secretos sin nombre
que se asoman a la arena espigada de un encuentro sin
fronteras.

Exprimes el jugo de un helado de yema y nata, a la una
de la madrugada, en ese silencio de rincones que hay
en mi alma.

Ahora el silencio es un abanico de colores, la soledad
una gama de sonidos, el amor un juego de cristales,
la vida un puzzle de sorpresas alambicadas que abre
expectativas irreductibles en los cajones enmohecidos
de la razón.

¡ Qué no conquistará mi alma esta noche acogedora !

El búho en el olivo de mirada fija, fija en la orilla
la rana tibia, tibia en mi alma la risa del grillo eterno,
y eterna en el cielo la luna llena.

CREZCO.








Canto décimo octavo








Noche pasada al raso. Estoy embriagado de muralla,
sol y luna. Entre los pinos verdes clarea la procesión
de orugas, sobre el limen de las velas de lino
que guardan el aliento de las lunas llenas.

¡ Despierto !
Transparentes amanecen las perlas del rocío
sobre las hierbas frágiles, y gotean los canales
de humo que levantan la mañana sola y libre
de trabas, como las encinas que en mi pueblo
se yerguen tras las murallas.





















Canto décimonono








El cielo está más limpio - puede que todavía
sea de noche -, pero siento el calor de la alcoba
desnudo y el comulgar de tu mundo más directo.
El presente de la noche es largo y extenso.
NUNCA ANTES SENTÍ TAN VIVO AHORA.
Una rama de manzanas se mece en el profundo
lago del sueño.

La noche es un aljibe de partituras agrupadas en coro,
bajo la batuta de la luna.
Canta la rana, el grillo y la niña.

Los mimbres tiernos que conforman mi corazón
enamorado se deleitan con la llegada de la brisa.

AMANECE.
















Canto vigésimo








Siento que el destino nos observa, abstrae, abarca, aisla...
¿ quizá nos olvida ?
Sentirnos solos es grande.
Cielo
Tierra
Mar
Noche
Día
TODO sería poco. Siempre TÚ
PLENITUD
AHORA

Esta noche es una fiesta a la que debes llevar alhajas y sortijas.
El goce de almenas, la cúpula de toboganes y delfines:
todo bañado de alegría.
Mañana desayunaremos mermelada y mantequilla.

Ha madurado el poeta. También las cosechas maduras amarillean
estas tierras de naftalina, maíz y albayalde.
La noche arrulla las fachadas rojas, verdes, blancas, azules...
en las que pestañean algunos faroles encendidos.

Hoy tus labios de niña me envenenan de deseo.









Canto vigésimo primero








Amanece la grácil nube de mi tenue sueño.
Apenas creo que tu cuerpo está entre mis brazos
y que mi pecho sostiene tu cabeza.
Apenas...
Apenas los cortafuegos peinan sus corolas envueltas de lana.
Apenas las mariposas son bellas comparadas con tu alma
de blancanieves y rompeolas.

Eres la muchacha que hace de mi corazón un estuario de sueños.

El presente es relajante,
acogedor,
tranquilo,
entrañable,
AHORA nos une y eterniza.

















Canto vigésimo segundo








Juegas conmigo a esconderte tras los troncos
de los chopos y te ríes y sonríes y sonrojas...
Corres como la mujer más maliciosa y traviesa
para que te siga y te robe un beso.

Amor, qué ha sido de la rana, el grillo, el búho, la lechuza,
el camello y la terraza...

Ahora eso qué importa.

La playa es nuestro lecho y las luciérnagas se apagan.

Te voy a regalar esta noche una estrella inmaculada.
La luna nos vela. Esta noche vale la pena...
Adornémosla de pirotecnia y barcarolas.

11















Canto vigésimo tercero








Me sorprende una malla de algas sin nombre ni palabras;
como una caricia, alcanzada de garganta.
No sé si eres, noche, el sueño que esperaba,
o si eres nube pasajera,
mas me conforta tu mirada de yeguas preñadas y praderas adormecidas.

Este paseo con ella no tendrá fin en los ribetes del grillo colorado.
No tendrá fin en los rosales ebrios de ruiseñor.
Siempre en la orilla de este mar que nos ama,
quitando forros a las palabras, plantando setos en los pómulos,
arqueando los pomelos de las cejas.
Siempre dejando atrás caminos que no vayan.
Esta noche los sauces, las conchas, la mujer y el poeta descansan.
La luna mueve los cangilones de la noria de mi alma
y de ella arranca jirones de sentimientos secretos.
El silencio se eterniza.
El tiempo se eterniza.
El amor se eterniza,
y el roce de mejillas desgrana el sueño de trenes y tranvías.














Canto vigésimo cuarto








¡ Qué grata esta noche me otorga la sangre de tus dalias !

AMANECE
Pero la mañana no robará el vellocino que a estas horas acaricio.
La mañana me pillará despierto en mi puesto de guardia.
Amarrados de la mano, esta noche respiro paz, placer, sentimiento,
entrega, serenidad... y temo que la pasión palidezca al despuntar
la aurora.

Mi alma ha encontrado el eco de su llamada;
y llegas tranquila, serena, apacible, sincera, gozosa
y desnuda, como barca al puerto, caminante a la posada,
o flor a la primavera.

Lo que pudo ser sombra pálida se ha convertido en hoguera.

A lo lejos el grillo, la rana, el abejorro, las estrellas
y una nostalgia de vitrinas.














Canto vigésimo quinto








Amanece al dócil balanceo de las horas un espacio fértil
y la noche sostiene su sueño de bandejas con rodajas
de planetas, guitarras, bandurrias y laúdes, que rizan
hélices y espigas al son de la jota.
Manojos de nubes presas de redes.

¡ Si serán sólo paréntesis borrachos de satélites !

Advierte como quieras los límites del éxtasis.
Ahora que crece la madrugada y acaba junio con su sirena
de cordones, todavía en la luna de unos edificios alguna
familia conversa entre calma fresca, blanco y sola.
Tras algunas persianas bajadas, habitaciones con luz.
La noche es perfecta e inmaculada. En los garajes duermen
los dromedarios y trineos. Sobre el asfalto, una mariposa
disecada con brea entre los hilos de las alas.
















Canto vigésimo sexto








Amanece tras la colina de la carretera sinuosa de Tafalla
mi pueblo solitario, en una plataforma descendente.
Parece aislado en una hondonada de suelos amarillos.
Es verano.
A la derecha, altibajos montañosos;
a la izquierda, nace la extensa ribera de Navarra.
A un lado, Larraga; detrás de mi pueblo, Mendigorría.
También se ve Montejurra.
Ahora es todo sol de abejas, candente cielo azul,
horizontes sin medida, y el sueño del poeta recorre
los trigales, las cebadas, las esparragueras, los viñedos
y algún árbol de coloridas cerezas.
Despierta el poeta a la mujer y a la niña.
Aislado, solo, el poeta vuelve a su refugio de jilgueros
y perdices, de canapés y vidrieras.
Mi pueblo es un oasis despojado del acoso del mar
y de los pitidos del tren de medianoche. No existe
el rumor de chimeneas que contaminen su monte,
ni contaminados ríos.
Todo es paz, piscinas azules y miradores solitarios.
Ahora el poeta ama la paz de sus calles, añoradas
cuando oye el bandear de otras campanas.
Calles con viejos blasones incrustados en las paredes
de algunas casas, anidadas por palomas.
La plaza está vacía y en “El Cerco” canta la historia
su nobleza gallarda.
Latente el riachuelo, la Ermita y el escudo de murallas.





Canto vigésimo séptimo








Todo serán mariposas de acacia cuando se haya dormido
el murmullo de la fuente y suenen los latidos firmes
en el pecho desnudo del estanque, sus pausados latidos
de vida, cementados con las tensas convulsiones
de primaveras recordadas entre almenas,en un crepúsculo
que se vivió con intensidad.
Siempre estará presente el desfile de guantes blancos
y pianos mudos, de cuerpos desnudos y transparentes velos.

Quedará patente el ritmo de estos días tan sentidos,
de esta noche ajena a las horas que navegan de orilla
a orilla buscando una hoja, una rama o una flor
entre tantos sueños.

Mas otra música tendrá aquel monólogo de espuma
que chocaba una y otra vez contra la muralla.
Y la canción que brotaba de la tronera de mi alma
dormirá indeleble en este breviario de versos.































Lo más grande de este silencio























1



Llegas, me das la mano y trato de inventar
la suerte o el deleite de tu bienvenida luz.
Eres nombre y sueño y qué sé cuántas cosas
que no alcanzo: todo detrás de la mirada.
Ya no necesito palabras para dibujar el esbozo
de amapolas que colorea tus mejillas.
Mujer, yo soy otro hombre en nuestro encuentro
de primavera y siento palpitar en mi alma
tu murmullo de azucena, desleyendo la tinta
de aquellos pétalos manchados de negro
en medio de la niebla.
Mañana, como siempre, te daré mi mano
y en ella encontrarás todo mi cuerpo entregándose
a tu lado, diciéndote cuánto cuánto te amo
y lo mucho que te he echado de menos...
Mujer, ahora Blanca, luego Carmen, quizá Rosa,
Azucena o Margarita... tus facciones son siempre las mismas,
tus palabras parecidas, tus ojos siempre vibrantes...
¡ Cuántos detalles iguales ! y en mí siempre distinta,
siempre una, única en el sueño, única en el cuerpo,
única en el aliento, única en la sensación...
única y diferente jugando por las estrías.
Corres, huyes, te escondes y luego me llamas,
como quien no quiere dejarse ver,
para juntar más tarde la rosa con la almohada.
Mañana te escribiré otro poema -qué más da
que siempre te diga lo mismo-. Tú lo lees de manera nueva,
tú revives cada letra, tú cambias el sentido de sus líneas
y sabes encontrar en mi corazón la misma música
con inédita melodía.









¡ Ya sabes! estos son los momentos que se eternizan,
cuando siento en mi cuerpo latir tu savia y, un poco olvidado de mí,
me desborda tu pasión expresiva. ¡ Qué no haría!,
¡ qué no daría !, ¡ mucho más que la palabra !
Mañana hay que dejarlo aparte y trascender
la aurora del presente trance, de este mediodía
que nos acerca y une; ahora, en este haz de inspiración
y telepatía, ya no hay fuego que nos queme, ya no hay
historia que nos olvide, ni otoño que nos desnude,
ni río que nos separe, ni noche que nos ciegue,
ni freno que nos pare...
Tú tienes alas y yo viento, tú tienes hojas y yo tronco...
-OLVIDÉMONOS DE TODO-, porque no hay cosa
más hermosa que contemplarnos el uno al otro y saber
que no hay alrededor nada, que el mundo gira alrededor
de nosotros, que la historia sigue su curso, y que en nuestra mirada
eterna hay juventud, fragancia, ternura, sueño, idilio y,
sobre todo, esa confianza mutua de saber que nos tenemos,
que nos queremos y que si ese momento que nos traslada
y anonada, que si ese sentimiento tiene algo de cierto,
te aseguro, mujer, que en su eternidad no cabe distinguir cambios,
y, por eso, no puede ser mañana diferente.

















2


Y ahora recuerdo, como tantas veces al declinar el día
y sentirte lejana, nostalgia de guata y pana...,
recuerdo tu sueño de hadas y tu frente fresca
resbalando en mi alma. Recuerdo tu iris flotando
en mi risa cuando decías, mujer, que yo era una nube,
un árbol, una fuente, un beso, un suspiro...
¡ Y yo no te creía !
Intrigante mirada, te canto a ti entre la bruma,
porque apenas sé si el frescor de tus hojas es la mañana,
porque apenas sé si el frescor de tu halo es llama de ruiseñor...
Te llamo, porque sé que estás tras la puerta, acaso rompiendo
el gabinete de ojos que curiosea por la ventana.
Esta tarde espié una vez más la desnudez de tu alma,
cuando te bañabas entre las rosas de albahaca,
y he comprendido que en el solar de mi corazón hacía falta
algo de tu desnudez, algo que me dejase rastro de primavera,
de esa primavera que es eterna en nuestro mirar mutuo.
Ya verás cómo se alegra el paseo cuando el viento suave
arranque uno de tus cabellos y coloque en el suelo una roseta
blanca, ¡ ya verás !.
Mujer, siempre vuelvo hacia ti con desenfado, quizá porque tengo
que rendirme ante el perfil de tus labios, quizá porque me seducen
tus ojos negros o porque me abstrae el lago de tu frente.
No sé... Lo cierto es que siempre vuelvo a ti con desenfado
y por las tardes cálidas de mayo voy cortando las flores
para ponerlas en un jarro, y así, cuando tú llegas, parece que volvamos
al sueño. El sueño es solo. La hora no llega. El deseo se impacienta, las olas me ahogan y pierdo las horas correteando solo por las plazas
sin luna, subiendo escaleras y saltando barandillas por llegar a tu lado.
Mujer desconocida, eterna y deseada: esa parte de mi alma
donde predomina el canto del pájaro y el aroma del verso,
como lo más sagrado de mí, cariño, envuelto de plata y cielo te lo guardo.




3


Al no encontrarte esta tarde, he dirigido mi mirada al mar,
a ese mar de aletazos bruscos que suele chocar con las nubes
de estrellas. He vuelto a sentirte rayo jugando con el aire, mujer,
¡ tan despierta y perspicaz en el abrazo de las olas !
Amor, amor...tenerte sin que nunca te vayas, abarcarte
con la profundidad de la entrega y olvidarnos del mundo...
Siempre con el viento rodeado de impulsos y jadeos,
de silencios y distancias, como cuando dos cerezas descolgadas
de la rama se alejan con la corriente en la fraterna unión
de sus miradas.
A veces bajas los ojos con timidez, como subyugada ¿ verdad ?
luego sueles hablar despacio, entre dientes, y entonces te levanto
con el índice la barbilla y te beso en los labios... ¡ Ya sabes !
entre nosotros no hay mediodía, ni velos, ni necesidad de palabras.
Yo sé que sólo tú eres verdad, bondad y belleza; que tú lo eres todo,
todo eso que cuando no alcanzo me deja sin nada; todo lo que tiene
sentido y vida; todo lo que es esperanza y sueño; todo lo que ilumina
y fortalece; todo lo que da vida a la primavera; todo lo que es
espíritu y materia... TODO.
Por eso soy todo, porque todo de mí es más con todo tu YO:
amor, pensamiento, deseo, sueño... ¡ Amor !, ¡ cómo alimenta
tu manjar de niña!, ¡ cómo ilumina tu mirar de ángel !,
¡ cómo crece en tu frente la mía !. AMOR, ahora somos más mundo
y más vida, somos ahora más esencia y más calor de tarde fresca,
más suyos -también más suyos...- como el sol, la luna y las estrellas...
Después seremos eslabón, historia y semilla.












4


Hoy has venido con otro nombre y otra risa. Has lanzado
al aire el vuelo de tu pelo. No sé si te he descubierto de nuevo
al caer la tarde de mi pecho de paseos y farolas.
Mujer, ojalá te pueda llamar mañana y cortar cada tarde
el manojo de nubes que hay en tu sueño.
¡ Si supieras cuántas cosas no te cuento
en el susurro del aire porque duermes !
Hoy has venido con otro nombre, pero no has cambiado de sitio,
ni de aire, ni de aliento... Te he sentido como una rama del mismo árbol,
como una flor de la misma primavera, y he querido separarte
de la corriente del agua sin encontrar una gota que no enjugara
mi alma.
Amor, esta tarde he vuelto a escuchar tu canto y he encontrado
el canto de cada tarde amenizando el parque.
Mañana no importa para nuestros planes de ahora.
Has venido como ayer y al instante te transformas,
te transfiguras en cloramina, que llevada de la brisa
revolotea junto al cristal de mi balcón.
Olvidado posiblemente de mí, camino entre el mar y la arena,
aferrado a tu cintura como las olas al mar...
Y sigo vagando por alcanzarte desnuda... Siempre fui para ti,
viví por ti, nací por ti y, sin ti, algunos días no los habría soportado.
Otra cosa es soñarte, como siempre, a pesar de los días, a pesar
de las olas, a pesar de la ventolera... Imaginarte gozando de mi risa
y saboreando mi presencia, como yo saboreo tu cuerpo y tu espíritu,
tu presente y tu sueño, o como yo, cansado de soledad, algunas veces,
me conformo con recordarte.
Soy esta tarde más feliz, porque te he dado algo de mí,
porque he sentido que tú sigues siendo la misma, aunque a menudo
te llames de distinta manera y te disfraces en los canales
de los tejados los días de lluvia.






5




Como quien espera al alba, meditabundo, pienso en ti.
Después de una noche de rosas y azucenas,
con el halo de agrado que envuelve nuestros cuerpos de silencio,
mujer, ahora y siempre seremos lo que somos:
esencia y futuro de multitud de sueños.
¡ Ya pasan los días ! Julio cae sanferminero;
risueño entrará agosto y para nosotros el eco presente
de los besos ponderosos, el eco presente de tantas horas
desgastadas en los labios de la noche.
Mujer, amor y más amor hasta la aurora; después, más amor;
por la mañana tu recuerdo; por la tarde, tus manos
como diadema alrededor de mi frente. El resto del día
estaremos presentes: en la carta del enamorado, en el beso furtivo,
en la caricia trémula, en la mirada cómplice, al despegar el vuelo
los ojos tristes...
Estaremos presentes en la melodía del poeta que se acerca
a una niña para conquistarla con sus versos.



















6


Sigues, con ese incierto vuelo, posándote en mi mente,
como el copo que se aleja de la nube fría para alcanzar
la ardiente llama...
Sigues, posiblemente porque eres lo más mío que me rodea,
porque eres esa parte que en mi esencia se contempla al frescor
del agua, mujer, cuando bañada de entreceja derramas la mañana.
Contigo, sólo contigo florecerá mi alma, sólo contigo al despuntar
el alba.

¡ Tengo tanto que darte ! Toda aquella parte de cielo que te ciegan
las estrellas; toda aquella altura del aire que sueñan los árboles;
todo aquel resplandor que se oculta tras la luz...

Por el paseo de la ermita pasean procesiones de hormigas...
























7





Si no terminara nunca el sueño, la ola, el amor, el tiempo...
¿ Recuerdas ? Es como si fuese entonces. Siempre el recuerdo
vivo latirá en mi alma.
Eras doncella, azucena, margarita; eres mirada, sentimiento, ternura...
¡ eres tú !, la misma inocencia y el mismo arcoiris,
la misma aurora y tu inconfundible mirada. Recuerdo.
Parecía que todos aquellos secretos querías guardarlos
debajo de mi almohada, como si yo fuera la tarde que acogiese
tu cansancio del día, como si yo fuera la experiencia que dirigiese
tu candor adolescente...
Y así desperté, desperté un día, galán a tu lado, medio almohada,
soporte casi ¡ sin tanta experiencia como tú te creías!























8






No, no cabe pensar en mí aquello de dejarlo para más tarde.
Todo lo que a ti se refiere ha de ser, ahora y siempre,
rápido.
Lejos de ti soy un nudo tenso. Vuelve, ven y llena con tu perfume
el lecho solitario que en tu ausencia soporta a este cuerpo frágil.
Mujer, ¡ en mis brazos de nuevo! ¡ Ya te siento ! Queman mis palmas,
hierve mi corazón...
Nos aislamos, huimos, soñamos y ya no queda nada,
nada de lo que pudo ser todo.
Quiero quedarme contigo a solas, quiero tenerte desnuda, como ayer.
Luego, como siempre, sentiremos el huracán de la primavera
y el cosquilleo de los estambres de sus flores.


Y es que lo más grande de este silencio
es la paz que nos da el habernos
conocido, descubierto y amado.































Y vuelves a preguntarme qué es amor

















1




Me miras...
- se enciende la luz en las galerías
de las noches pasadas a oscuras... -
Tenerte
dulcemente
acaramelada entre mis brazos y sentir que duermes...
Que duermes, y duerme tu alma,
tu mirada, tu florecida mirada
de rosas, fresnos y nubes...
Huyes...
Huyo de mi alcoba abandonada
por seguir la suerte del viento verde
que te quiere llevar...
¡ Cuánto tiempo en un momento !
¡ Cuánto sentimiento eterno !
¡ Cuánto amor ahora !
Dices no haberlo olvidado. Digo.
Jugamos y luego callamos,
como si fueran las estrellas,
como si fuera la luna
el relámpago de nuestras manos.
Amamos la tarde amarilla y roja
cayendo en nuestros labrados.
Labradores que siembran sus sueños
en las alas de la tierra volarán lejos...
Nuestra siembra traerá un amor eterno.










2




Cuántas veces desvanecieron sus pretensiones,
y de repente, AHORA se encuentran dentro:
dentro del verde de la hoja verde,
dentro del azul del cielo azul,
dentro del rojo del labio rojo...
DENTRO
de la palabra, la inteligencia y el deseo.
En ese juego de gradaciones,
infinito encuentro de dos,
donde se junta la tarde y la noche,
la noche a la mañana, y su deseo blanco
AMA.
Otras veces me desvela mi sentimiento vacilante:
sueño y estoy roto. Sólo amor me sanará.
Cierro los ojos y el secreto de la mirada
atardece vacío.
Mis manos buscan, buscan mis ojos,
y mi voz y mis labios y mis pies...
Mujer desvelada, serena y blanca,
morena y negra, cabellera larga:
Mis truenos y relámpagos son pasión
para la tarde de tus pechos de verano,
pasión traducida en caricia suave de mañanas.
AHORA recuerdo:
tú jugabas con las olas a doblar la risa;
aquel rumor de caracolas invadió mis oídos
de bergantes naufragados entre conchas...









3




Despertaba después
entre aceite y brea, eco de caracolas,
mástil y vela, amainando en la sierra
rebaños de regatas.
Paso tras paso tu encuentro es antes,
brazos abiertos y una tarde de portales blancos ,
terrazas blancas y paseos vespertinos.
En la luna de la media tarde
es más roja la rosa de tus pupilas negras.
Me besas y te beso. Luego nos perdemos en el tiempo
de unos juncos blandos, en el agua de un cristal blando,
en el cielo de un balcón desnudo...
Tu imagen lo llena todo: las horas y el espacio,
en el intento de subirlo alto. Cuerpo y alma,
como cuando siendo niños nos envolvía la niebla.
AHORA son los pétalos de tu pecho la primavera de mi alma.
VUELAS.
La historia será poco, nada todo...
La escribiremos los dos solos a un tiempo: AMO
Quizá amo porque quiero amar,
amar quieres porque amas quizá...
SOÑAMOS...
Soñamos cuando construimos nuestro credo...
Soñamos cuando trascendentalizamos el presente...
Soñamos cuando acariciamos nuestras manos...
Soñamos cuando cruzamos el umbral de nuestro secretos...
Soñamos cuando desgajamos nuestros sueños...
¡ De sueños de trata quizá !








4




AHORA no nos hacen falta recuerdos. Crezcamos.
Columpiémonos en la periferia de lo sensible:
tus ojos y mis ojos han saltado ventanales,
han roto cadenas y disipado miradores.
Hay días que la tarde plácida dice adiós,
adiós, adiós, adiós... y luego vuelve,
mansa y sumisa, como envolviendo de pena
su susurro de intimidades...
¡ Qué aliento, lástima que este tiempo
nos lleve a otro, sin remedio !

**********************************
Esta noche, una vez más, he soñado
después de amar.
He soñado los mismos pechos y la misma piel,
el mismo aliento y el mismo calor...
Sí, he soñado -después de vivir-
que no acababa nunca de amar.
Amaba las amapolas rojas,
las margaritas apuestas,
los trigales verdes,
los almendros blancos.
Amaba y amo el cromatismo variopinto
de la primavera azul.
Amor era mujer: cuerpo y alma.
Amor es alma y cuerpo en mujer.
Esta noche, una vez más, he soñado
después de amar...








5




DESPIERTO: todavía amamos.
el cielo parece haber desalojado mi cuarto
trastero: donde los abrojos pinchaban,
hay una almohada de seda de China.
De seda son las pupilas de tus ojos
donde quiere morir la luz de los míos.

Y VUELVES A PREGUNTARME QUÉ ES AMOR
-AMOR es la mirada, la sonrisa y la verdad;
todo aquello que arde en un abrazo,
la sutileza quintaesenciada del beso.

Yo escribía en este presente que amo.
¿ Por qué me has despertado ?

¡ No le robes esfuerzos a mayo !

AMOR es navegar en una nave encendida de pasión,
superar el sentimiento más alto que el sentimiento
y exprimir el alma en la unión de nuestros cuerpos.
Soñar el espíritu flotando sobre los dedos...
Saber del amor es distanciarse del cuerpo,
en el intento de subirlo alto: cuerpo y alma,
el mismo espacio para los dos.




0

A estas horas de la noche
la luna se retira,
la brasa se apaga,
queda desnuda mi alma,
ausente de girasoles,
y vuelan las cenizas
en las alas de un viento
vestido de rosales.


1.-

Enajenación de cinturones ajenos.
Ajeno de veras en el desgaste de los tiovivos
creciendo.
Dolor de tejido sin aroma estrella.
Van y van en espiral alamedas irisadas blanqueando
balnearios y patios.
PIENSO EN TI
Mi música son vértebras góticas sin prisa:
VERTE A SOLAS
en la aceitosa alba de los pájaros mágicos.



Ya calla el dolor de la tierra; nos va uniendo
el azul y el cielo,
el agua y la nieve,
en su rezumar
de atravesados serventesios
que se aprietan entre dientes cuando duermen.


2.-

Sentirte con esta cáscara
sin luz
en el eterno choque de nueces,
es sentir revolcarse las rosas
entre adelfas
sin otro sueño
que el de las horas,
y llegar tarde
¿ cuántas veces... ?
Llegar tarde al regocijo de lunas
despertando entre baldosas.


2A
Siento cansada la tarde,
la ventana cerrada,
cerrado el camino.
Te estoy sintiendo
las manos vacías,
rendida tu mirada,
sobornada la sonrisa.
Siento cansada la luna
retrasarse a la cita.
¡ Qué extraña su cara !
¡ Qué extraño su pelo !
Me sorprende su gesto,
me confunde su risa,
¡ Amor que siento
será otro día !
3.-

Estos momentos se van.
Todo parece irse
en la duda.
Se va el arroyo y el árbol
y la niña.
Quizá eres sólo tú...
con ese vuelo sin meta
que me arrastra y me tortura.
No hallo tu vuelta de amapola
en la tierna piel de esta primavera.


4.-

Me confundo y te confundo.
A veces soy azul y verde,
intentando tocar el cielo de agujas,
intentando ser sólo tu soplo,
tu brisa...
azul blanco y agrio,
como el secreto del faro que espera.
Que espera y espera
entre cristales atravesados de ti.

Ahora duerme entre las ramas
diarias del ímpetu.
Aislado, como es habitual,
ausente,
sorprendido en el hueso de albaricoque.


5.-

Suena la música,
suena tu voz de tenor autista...
¿ Cuándo cambiarás de letra ?
¿ Cuándo dirás nazco y crezco
y volverás a pasear por el arcoiris,
cuándo ?


6.-


Me olvido, a veces, que me hablas
de lejos.
Me empeño en buscarte por los porches
y no alcanzo tu paso.
Vas demasiado deprisa y mi sueño es lento.


7.-

Y sonrisas siempre y siempre llanto.
Cruje la llama y la farola
entre lunas de ábaco, media luna,
mirada alta, luna blanca.
No tenerte mata... luego nace la cruz
del desencanto.
Vendrás,
vendrás sin nombre. No importa.
Desnuda, sola, transparente, inconmensurable...
con tu cabello de madeja alborotada.
No importa.



8.-

Blandiendo luces de frente,
llegas. Apenas odaliscas mareadas,
embriagadas de vendimia vana, vacua.
Buscando en las olas tiempo
para acercarme a ti, llanamente,
y atravesar el límite,
porque estás en el camino férreamente desnuda.
Desnuda de tarde y tarde,
con las raíces enrevesadas de útero,
con las raíces abrazadas de seno:
ENTREGADA,
como ahora, en la cadena del pecho
de la otra ventanilla.


8A
Qué solo en esta desnudez desnuda.
Qué solo en esta ausencia.
Qué solo en esta carencia de ti.
Sin ti, alma, no soy nada
y llenas tu ausencia de circunstancia,
de panorama ajeno,
de decaimiento particular.
Qué sola el alma mía se va
sin darme un beso,
sin una carta,
sin un abrazo,
sin un adiós.


9.-


Gritando que no te vayas...
Gritando sin voz la garra y el dolor,
al sentir y al querer sentencia de ella
sobre mi sueño lento de amalgamas,
cuando oscurece blando tu cuerpo
de pasiones, vestido de acanto y juegos míos,
atardeciendo.
Gritando que no te vayas,
que disientas,
que no hay derecho a tu ausencia de estrellas,
a tu ausencia de siestas y batallas.
Y sentirnos presos y cuerpos esclavizados
de cielo.


10.-


¡ Solos !
Reanudemos
los escalofríos de las cisternas
al mañana sin resinas.
Calor de noble cepa,
vino de añeja bodega.
Guardagujas y tajadas de sandía
¡ Solos en este santo día !
Tendamos las manos
a la lluvia de alfombras,
a los corchos de las botellas
y a las biciletas sin cadenas...
... Y reencontrarnos,
como cuando tú te enfadabas y me sacabas la lengua
-concha entre la arena-
Amo tu sensación de mañanas de oliva.
Amo tu voz de reloj de sol...
¡ Dejemos que amanezca !



11.-


Porque sí,
ilusión benigna, niña morena,
corazón encendido.
¡ que no sea otro día el amor !
Tú conoces cada pensamiento mío,
¡ No duermas cuando te canto !
Amor porque sí, que no a medias,
alba entera,
luna rosada.
Azul de espuma
y arrebatado recreo.




12.-


Llamaradas de sol y niebla
en el presente de lentes
a oscuras.
Buscando entre el boj y las carrascas
tu alma de amapola.
Corres por las sendas
amarillas y castañas,
mientras una nube
desbarata algunos rayos
entre persianas.



13.-


Algunos instantes desapareces.
Acaso tu mirada de naranjas
se perdió por las calles buscando
azahar.
Continúan las hojas secas, zarandeadas
por el viento, jugueteando entre risas
en esta noche de sorpresas locas.
Continúa noviembre
trayendo a mi alma
recuerdos, nostalgia, añoranza...
Y sé que tú romperás con todo
cuando quieras.